9 de noviembre de 2019

Dos días y uno más

Las puertas aún no se habían abierto. La silla estaba ocupada, pero una vez que logramos entrar caí en cuenta que no necesitaba de la silla, pues que su postura me enfrentaba en medio de espejos, incluso cuando sus manos se alejaban de mi deseo; ser su modelo. Sentí que las puertas se cerraban y necesitaba huir. Así es como termina el día, pero quedaba una esperanza para el mañana.

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La silla estaba vacía. Esta vez yo era la silla, algo curva y un poco inestable, pero ahí estaban sus ojos sonriendo inevitablemente, queriendo sentarse. Su postura me enfrentaba de nuevo, no sentía espejos alrededor,  solo su dulce voz, sus palabras decían algo, algo que me  gustaba sentir sin pudor. De repente uno de aquellos espejos me enfrento de espaldas. Me decía con la misma sonrisa de antes que yo ya hacia parte de su vida; un recuerdo.  Mientras veía como seguía sonriendo para otras personas, yo me iba y con mi rostro caído se terminaba otro día.

Desde que se abrieron las puertas buscaba con intensidad la silla más próxima para lograr mi cometido. Me sentí feliz; logré mi deseo; ser su modelo. El tiempo jugaba con nosotros en un carrusel de espera y deseo. Amo tanto esa palabra… “Deseo” trasmite pasión y lujuria, despierta tentaciones y borra dudas…”Deseo” cuánto había deseado volver ese día eterno. Recopilaba hacía mis oídos el deseo de habernos compartido desde el primer día. Lo que realmente  importaba en esa instancia y creo con toda convicción de que pensaba lo mismo que yo; era en dos simples palabras; déjalo ser.  Así terminó el día, quizá el ultimo, quizá solo uno más.