Si tan solo mis manos fueran las
gotas que recorren tus anhelos en toda tu alma, te diría cuanto quiero pegar mi
corazón a tu pecho, sentir tu mirada como se mueve entre mis piernas, y ver
derramar un poco de placer sobre mi cabeza.
Podríamos detener un poco el tiempo, hablar con la necesidad de admirar tus sentidos buscando una respuesta del porqué están sobre nuestra realidad, nuestra triste y alejada realidad del deseo que siento por tus besos, aún cuando no me miras te deseo. Ven y toma posesión de cada uno de mis cabellos, incluso aquellos que se escapan entre las sombras de mi cuello, rocía todo lo que tengas ahí, hazme huir de las reglas que encierran mis manos al tacto de la luz sobre las tuyas. Respira la naturalidad que expresa mi sonrisa cuando te acercas, aún en la más larga distancia mis piernas detectan las gotas de sudor que se te bajan y suben por mi espalda, que cada vez se vuelve más inclinada... ¡Ay de mí, que no puedo tener todo lo que tu cuerpo me inspira!
Si tan solo enlazáramos nuestras
piernas en espiral para tocar el éxtasis concentrado en silencios. Apechicha mi
alma con tus dedos palpitando ganas, derrite todo tu aroma en mis labios, y no
dejes a la suerte lo que ya se ha vuelto un hecho. Bésame, con besos de tu
boca, que tu regazo sea mi cuna, que mi pecho sea tu almohada, que te arrucha.
Rompe con todo aquello que no me deja
pensar, desborda con sutil fuerza mis bestias, y que rasguen todas mis ropas al
calor de tus besos, mojando hasta la última gota de respiro.
