Me perdí entre mareas y vientos impetuosos que amenazaban con turbar mi mente.
Me levanté como gigante estrenando zapatos y mis pisadas se volvieron más
fuertes, penetrantes y estables, combatí como soldado en guerra, prevalecía mi
vida y hoy la conservo gracias a mis mismos esfuerzos, pero ahora debo ser un
egoísta total, que no le importe nada ni nadie, solo así tendré una vida
tranquila y relajada.
Alejé a todos de mi, me hice a un lado y subí a la montaña más alta, desde
allí tiro cocos, no permito que nadie se me monte, soy yo, y solo yo, nadie a
mi alrededor, así he de conservarme y los demás deberían entender esto también,
que el contar con alguien es como si se contará con la nada; desierta y
perturbada.
Cuando me perdí, la marea fueron las voces de quienes ya estaban perdidos y
por tratar de salvarlos a ellos me hundí yo en el vacío, cerré mis ojos en el
camino y empecé a preocuparme solo por mi, en que debía salir, necesitaba
hacerlo. Para algunos me morí,para otros nunca estuve vivo, para mi corazón, yo
aun estaba allí.
Cuando me perdí, hice carpas para mi, a nadie metí, era como mi bola de cristal
y era mejor así. No preocuparse por nadie y dejar que todo se resuelva con el
tiempo. No involucrarme y dejar que resuelvan sus problemas, es la mejor opción
para un mundo mejor. A duras penas logré sobrevivir con mis problemas y echarme
en el hombro el de los demás, no era un valor ético muy destacable, por no decir viable.
Imagen.