27 de diciembre de 2022

No era de mí

 No era la cena de navidad, pero veía en sus ojos tanta satisfacción de verme, sentí cada palpitar de su corazón en la forma en que sus labios me tocaban. Podría enamorarme, aunque no entienda sus palabras. Si tan solo todo lo que está sintiendo no fuera parte de mi imaginación, si tan solo… fuera realidad; como lo son sus ojos al besar.

Sus manos en una ocasión mientras intentaban aprender de la vida y sus delirios pasaron tan cerca de mí, que mis ojos no pudieron ocultar el encanto que su sonrisa medio despistada provocaba en mí, en mi pobre y bastardo corazón, que nuevamente abrió las puertas de una fantasía que llevaba viviendo más de treinta años. Un día no tendré más edad para soñar los sueños que me hacen suspirar, tanto que mi corazón no podrá bombear más vida en mí y morirá dejando la puerta cerrada y yo ahí sin poder salir jamás… nunca jamás.

Hoy no era la cena de navidad, pero se acerca el final, y creo que no era el final de la historia porque nunca hubo una sino en mi mente. Ayer tampoco fue la cena de navidad, pero ayer mientras yo le escuchaba decirme con su voz suave y distorsionada cuanto apreciaba que yo fuera su guía, yo le respondía que mi caminar en la oscuridad era gracias a su luz, la que brilla como una estrella, mi estrella, de mí.




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