El fin del mundo está cerca, eso
dicen, eso he escuchado desde que estaba en el vientre de mi madre, que quizás pensó
que el fin del mundo jamás llegaría al tenerme en sus brazos el día en que nací.
Diré que el fin del mundo ya
ocurrió; ya no hay amor, hijos contra padres, padres contra hijos, guerras
entre gobiernos, discriminación disfrazada bajo intereses sociales, hombres con
hombres, mujeres con mujeres, dioses revelados, sellos colocados, naturaleza enfurecida
y despiadada, pero nada de esto es en realidad el fin del mundo, el mundo ha
estado así desde siempre y trata de corregirse bajo archivos olvidados que
acontecen como si fueran pan caliente, pero en realidad no es más que un pan
con hongos.
Cada quien vive su final, pero no
podemos señalar la manera en que otros buscan salvarse, intentando quedar bien,
intentado ser maquinas; que no ven, no siente, no escuchan, no perciben, no
sienten.
El mundo llego a su final, en el
momento en que intentó ser mejor, para no mostrar el verdadero infierno que siempre
ha sido. Estamos viviendo el fin del mundo, pero ese “fin del mundo” comenzó el
día en que naciste, pero solo hasta ahora estas sintiendo las llamas ardientes,
marcadas por la frustración de ver tu muerte sin ningún éxito que recordar en
el más allá.