Escuche una vez, suave y hermosa
voz, me dijo en una manera inesperada, morirás… no supe que contestar, entonces
decidí no hacerle caso, no pensar en esas palabras, que de alguna u otra forma
se quedaron clavadas en mi mente y en ocasiones no me dejaban dormir. Como no
pensar en la muerte, pero si el estar vivos ya es una garantía de eso, la vamos
a encontrar algún día, quizás
estemos alegres y disfrutando de logros, quizás estemos
tristes y deprimidos por alguna decepción, quizás…incluso quizás, ya nos encontremos
muerto y no nos hemos dado cuenta.
Yo a veces pienso que “vivimos” así,
creyendo en la vida e ignorando la muerte, pero es tan real, más real que la
vida misma, (que pena si sonó muy redundante) que no la vemos pasar, nos golpea
tanto, que solo en momentos de dolor nos damos cuenta que nos hace falta estar
más vivos, quizás de eso se trata la vida, de sufrir, de sentir dolor, de
aguantar penas, de llevar en el hombro decepciones y solo en esos momentos realmente
estamos vivos, porque lo sentimos , porque nos duele y porque es parte esencial
de estar y del ser…quizás estoy loco, pero si no estamos preparados para morir
, entonces no sabremos que estamos viviendo y caminando hacia ese destino,
cruel y devastador como una cachetada de un amigo o la infidelidad de un amor.
Nacemos y todo parte de allí, del
haber nacido, desde nuestro primer llanto, ya sabemos desde ese momento lo que
se nos viene pierna arriba.
Escuche una voz, suave y hermosa
voz, me dijo en una manera inesperada, no tengas miedo de morir…no supe que contestar,
pero decidí no hacerle caso y aquí estoy, escribiendo sobre mi gran temor,
morir.
Imagen.
http://www.adavaveiro.org/wp-content/uploads/bebe-pe.jpg
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