Hoy amanecí perdedor. Quizá ya he venido acumulando derrotas. No me había dado cuenta del número de batallas en las que he estado con todo mi arsenal tratando de salir victorioso pero pierdo.He perdido en cada una de ellas y la verdad no quiero estar en una batalla más. Soy el peor guerrero de todos. Todos me han ganado. Yo solo he pedido.
Amaneció y he decidido quedarme en casa, tomando mi café y recostarme en mi almohada. Mientras miro por la ventana me percato que todos los que caminan por la calle llevan consigo una medalla, una hermosa medalla. El brillo de sus trofeos retarda un poco mi complicada redada. Tengo lleno ese cuarto de mil armas y con ninguna he logrado el más mínimo triunfo. La frustración se adueña también de mis sábanas, y no logro hacer nada.
Perdí. Perdí en todas mis hazañas. Hasta el sol brilla y golpea mi cara. El sol que está solo y no le debe nada a nadie, brilla sin parar mientras cubre la sabana. Hoy decido aceptar mi derrota y cubrirme con mis lágrimas. Por más que quiera luchar no he ganado nada y el tiempo no está en espera de un milagro pues ya en esto el tiempo dejará de existir en mi mirada. Perdí. Perdí las ganas de intentarlo de nuevo mañana.
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