Dos meses… tres años, una larga
vida mirando hacia el techo, deseando detener el tiempo. Como si todo el poder
de lo deseado estuviera en solo una mirada, como aquellas que salían de mis
ojos para jugar contigo a las escondidas, sonrojando hasta las pestañas.
El tiempo ha sabido cuando dejar
caer el agua sobre la piel seca, y cuando secar el alma más húmeda. Sin importar
si llevas paraguas o no… lo peor que puedes esperar del tiempo es no saber
esperar a su tiempo…