No podemos ocultar lo que
sentimos, no en este mundo, no en nuestras mentes, no hoy, quizás mañana, antes
que el mañana se detenga y no ocurra, antes que todo termine antes de empezar.
Como el cambio de los ojos a la luz del sol o como el resplandor de la luna en
medio de la felicidad entristecida.
Si pudiéramos movernos como las
olas del mar y estallar en la orilla y morir todo en un solo golpe que nadie
recordara. Podremos enfrentar a todo el mundo pero jamás podemos enfrentarnos a
nosotros mismos, se necesita carácter, coraje y decisión. Dar un golpe en el
aire seria el resultado de intento por salir de nuestro propio ser, no se puede
desprender el alma del cuerpo, no se puede hablar sin palabras y no se puede
vivir sin estar vivo.
No es tiempo de callar, es tiempo
de estallar y de gritar, no reprimir todo eso que has querido decir y no has
podido, y la culpa a quien se le atribuirá sino a esa persona fastidiosa, al
perro que siempre que pasas te ladra, a esa camisa que siempre se ensucia y
debes lavar diario ¿A quién o a qué? No busquemos culpables por nuestra tonta
manera de bajar la cabeza y no hablar.
Grita, llora, suspira, mira y no
decepciones a tu guerrero interior, ese que espera el momento indicado para
revelarse y defenderte de todos los que te han callado.
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