Eran los ojos perfectos para Mamá, existía un
universo misterioso en medio del negro que rodeaba su alma, una que me hubiese
gustado tener. No eran en realidad los ojos que Mamá merece, seguiré buscando.
Su cuerpo desglosaba un sinfín de colores en mi paladar. Me hubiese gustado
probar un poco de su néctar, sin dudar, y por dudar hoy no se lo puedo dar a
Mamá. No era en realidad el cuerpo que le hubiese gustado a Mamá.

Hace pocos días creí encontrar la sonrisa
perfecta para Mamá, sinceramente el rostro de Mamá hubiese brillado ante el
encanto de aquella sonrisa que me vuelve loco, bueno, que me hacía volver loco,
por instantes, como lo que duro esa sonrisa en el brillo perdido e ilógico de
mis cafés palpitando ansiedad, dulce y melancólica. Si tan solo pudiera
mantener en mis manos todo aquello que creo recoger para ti.
Esta noche pensé en romper la maldición de los fragmentos, aquella
maldición que ni sé si existe, de aquellos fragmentos que ni sé si se
rompieron, romper… ¡no sé ni que mierda!
Lo único que tengo claro es que mi mente no lo está. Mamá, creo que
nunca conocerás lo que quiero, ni en esta noche, ni en las venideras, por ahora
solo observa mis ojos, mi cuerpo, mi sonrisa, a mí me bastan, espero Mamá que a
ti también.
He buscado lo mejor para ti Mamá, pero debo
centrarme en encontrar lo que realmente yo quiero, y eso mamá no llegará en una
noche, encontrar lo que sería mi otra mitad llevará mucho tiempo. Recuerda que
soy un chico especial.
Imagen.