No era otro encuentro frustrado, veía
la luna resplandecer sobre su sombrío encanto. Encantado estaba yo desde hace
años atrás, esperando el momento en que su mirada se clavara en la mía, esperaba
su sonrisa poniendo banderas en mi corazón. Necesitaba conocerle; la vida, la
nuestra.

Al final, solo en el maldito
final, cuando todo se estaba dando, todo se volvió un encuentro frustrado más. No
me arrepiento de nada, el negro de sus ojos; brillaban en la oscuridad, quizá solo
era el reflejo de lo míos que querían ir más allá, pero una vez más me tocó
fingir tener los pies en las nubes, y con muchas ganas de aterrizar. Necesitaba
conocerle; el alma, la mía quizá.
Ocurrió, le conocí; no la vida, no
el corazón, no el alma, pero si su nombre; Venus.