Eran unos labios más, uno de
tantos que mi boca deseaba, pero que como siempre ha pasado… todo se queda en
babas de lujurias. No entiendo por qué no he escrito un libro de lo que no se debe
hacer cuando quieres placer. Sería todo más fácil si entendiera que no hago
parte del presente e incluso tampoco del futuro de nadie. Si todos fuéramos
capaces de tolerar los ojos pecaminosos que tenemos y saber de una buena vez
que solo somos juguetes, y que tarde o temprano vamos a terminar en la basura.

Hubo momentos en los que pensé que
dicha piel seria mi abrigo durante el frió, y que aquellos labios solo degustarían
mi sabor al natural. Ahora vivo el momento en que solo me queda mirarme al
espejo y decirme que solo soy un instante, como las estrellas del cielo que
solo están por el paso natural que les toca, sin saber que en realidad solo son
basura, de otro lugar, pero lo son.
Mi cuerpo se ha cansado. Mi alma se
está nublando y lo poco de corazón que tengo… se está dañando. Estoy cansado, ¡ESTOY
CANSADO, MALDITA SEA, MUY CANSADO! Cuando camino me siento cansado, cuando
respiro… hasta cuando respiro, el puto aire se me hace pesado, pensando en toda
la masa que encima de mi ha estado, y todos los hasta luego que nunca han
llegado. Mi mente esta turbada, en cualquier momento vendrá la muerte… y mis
labios... Esos que tanto daño me han provocado, serán los primeros en pedir
espacio.
He cerrado la puerta, pero he
dejado abierta una ventana. Nadie entra,
pero al menos el aire tóxico no resecará mis labios, aunque no han hecho bien su
trabajo, estarán conmigo hasta que en mi corazón no haya más cansancio.