Quizá no corrí ante el pequeño gigante pero todos mis nervios querían hacerlo, y no era fácil proteger a otros, no era fácil crecer en espíritu para afrontar el caos.
Quizá no corrí ante el pequeño gigante pero todos mis nervios querían hacerlo, y no era fácil proteger a otros, no era fácil crecer en espíritu para afrontar el caos.
Eso era más que obvio. Ahí andaba yo ocultando mis ganas de tenerte, siendo consciente de que jamás pasaría. Ahora ya tengo más de treinta y se siente la decadencia. Tan solo ayer eras la flor y ahora eres una hoja marchita que todos pisan.