Quizá no corrí ante el pequeño gigante pero todos mis nervios querían hacerlo, y no era fácil proteger a otros, no era fácil crecer en espíritu para afrontar el caos.
Batallé para ser el grande y sacar mi espada y defender al débil e incluso quitarle el hambre. Me enfoqué en blindar pero desgaste mi coraza en triunfos que nunca serían recompensados. No sé que tanto era necesario portar el nombre del valor cuando era realmente un hombre cobarde.
La solución no era escapar de la verdad con la que nací. Afrontar era mi única opción. Crecer como hombre y mostrar la rudesa para vencer. Darle honor a mi nombre ese era mi real nacer. El hombre que protege es aquel que los golpes debe recibir sin protesta que lo hagan débil ante el cruel.
No tengo nombre pero ha de ser el protector.
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