Las puertas aún no se habían
abierto. La silla estaba ocupada, pero una vez que logramos entrar caí en cuenta
que no necesitaba de la silla, pues que su postura me enfrentaba en medio de
espejos, incluso cuando sus manos se alejaban de mi deseo; ser su modelo. Sentí que las puertas se cerraban y necesitaba
huir. Así es como termina el día, pero quedaba una esperanza para el mañana.
