Ha ocurrido, tenemos un nobel de
paz. Preguntémonos ¿qué tan nobel es el ganador? No sabemos a ciencia cierta qué
tan nobel sea, pero hubo algo que motivo inmensamente al comité nobel noruego a
entregar en esta ocasión el premio a un presidente, que sin importar que tan “santo”
sea ha sido el ganador.
¿Es hora de cuestionar este
premio? Solo diré que hay procesos para todo en este mundo y el de conseguir la
paz es uno de los más difíciles, tanto que se puede convertir en un camino sin
fin. La paz así lo es, es un camino que no tiene fin y mientras estemos
viviendo en el planeta tierra nunca lo conseguiremos. La guerra nos mueve y nos
mantiene vivos, nos llena de dolor y tristeza, pero nos produce miedos, altera
nuestros sentidos, nos mantiene despiertos y preparados para pelear en todo
momento, y nosotros sin miedos, sin dolores y tristezas no sabríamos que tan
fuertes, ni humanos somos e incluso que tan vivo estamos. La paz no existe del
todo, ya que sin la guerra no podríamos hablar de ella.
Recibir un nobel de paz, sin
haberla conseguido nos dice que tenemos esperanzas en la vida. Podemos ser
feliz sin amor, o volar sin alas, este premio otorgado a una iniciativa puede
ser la puerta para que creamos en quienes nos han hecho daño y dar
oportunidades a quienes no la merecen. La paz se trata de iniciativas, correr
riesgos por sueños y metas, sin saber si se puedan hacer realidad o alcanzar. Yo
pienso que siempre va a valer más la intención que la acción. Todos intentamos
ser felices en la vida, intentamos vivir en “paz”, intentamos salir adelante,
intentamos ser mejores personas, pero la realidad nos golpea y nos dice que
intentarlo no siempre significa que lo lograremos.
Ha ocurrido, tenemos el nobel de
paz. No fue otorgado aun presidente, fue
otorgado a un país que intenta salir de la guerra y conseguir la paz verdadera,
la que se siente en el corazón al saber perdonar y olvidar para poder seguir
adelante.