12 de septiembre de 2016

Sala de espera

Me he sentado, como si nada, como todo. Escucho gente gritar, veo personas desangrar, veo abrazos confundidos, sonrisas de vergüenza y golpes de pecho, como si fuera el fin del mundo. Me veo a mí, sentado esperando mi turno, esperando el sermón de lo “justo” mostrándome el camino del bien. No soy un paciente y mucho menos un buen oído, simplemente nunca tengo algo que decir, entonces presto atención, esperando a que algún día me la devuelvan y poder ser el centro de todo.



Me he sentado. Con mi cuerpo adolorido y mi alma vacía, esperando mí turno. Esperando ser juzgado por mi actos. En mi interior ya no tengo miedo, sé lo que soy; nada. Estoy aquí sentado simplemente esperando, no aspiro a nada, no tengo nada y nada quiero.

Una vez pensé en irme, pero sé que si lo hago moriré, aquí sentado también lo haré, pero al menos estaré cómodo, mis pies no estarán cansados y el ritmo de mi corazón no se acelerará por la fatiga.

Me he sentado en la conformidad de lo poco que tengo, se he sentado en la conformidad de los pocos que me quieren, me he sentado en la conformidad de saber que mi lugar es un cero a la izquierda. No pienso levantarme de esta silla que me ha permitido descansar de lo que jamás se hará realidad en mi vida.


Que venga lo que venga, yo aquí esperaré.

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