Me he sentado, como si nada, como todo. Escucho gente
gritar, veo personas desangrar, veo abrazos confundidos, sonrisas de vergüenza y
golpes de pecho, como si fuera el fin del mundo. Me veo a mí, sentado esperando
mi turno, esperando el sermón de lo “justo” mostrándome el camino del bien. No soy
un paciente y mucho menos un buen oído, simplemente nunca tengo algo que decir,
entonces presto atención, esperando a que algún día me la devuelvan y poder ser
el centro de todo.
Me he sentado. Con mi cuerpo adolorido y mi alma vacía,
esperando mí turno. Esperando ser juzgado por mi actos. En mi interior ya no
tengo miedo, sé lo que soy; nada. Estoy aquí sentado simplemente esperando, no
aspiro a nada, no tengo nada y nada quiero.
Una vez pensé en irme, pero sé que si lo hago moriré, aquí sentado
también lo haré, pero al menos estaré cómodo, mis pies no estarán cansados y el
ritmo de mi corazón no se acelerará por la fatiga.
Me he sentado en la conformidad de lo poco que tengo, se he
sentado en la conformidad de los pocos que me quieren, me he sentado en la
conformidad de saber que mi lugar es un cero a la izquierda. No pienso
levantarme de esta silla que me ha permitido descansar de lo que jamás se hará
realidad en mi vida.
Que venga lo que venga, yo aquí esperaré.
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